Presentación

Cümen está conformado por un equipo de salud que integran profesionales de diferentes áreas. Fundamentalmente psicólogos, psicopedagogos, terapista ocupacional, obstétrica maestra especial y fonoaudióloga.
Este equipo realiza un abordaje integral de la persona y la familia con el objetivo de promover y favorecer la salud.

viernes, 14 de octubre de 2011

Abuso


PREVENCIÓN: ALGUNAS PROPUESTAS.
Nos parece que el trabajo interdisciplinario puede aportar significativamente a la prevención. En primer lugar, porque la detección precoz suele hacerse en ámbitos en los que el psicólogo puede participar, pero no es a él a quien se dirige –al menos en principio- el motivo de consulta: el centro de salud y el jardín maternal son los primeros lugares donde se recibe al bebé con su familia, luego serán el jardín de infantes y la escuela primaria las instituciones que entrarán en escena.
Si pensamos en los distintos grados de riesgo, la escala creciente que va desde promoción de la salud hasta prevención terciaria puede ordenar algunas estrategias que permitan acotar la violencia intrafamiliar y el maltrato infantil.
El hospital y la escuela: ámbitos para la prevención primaria
Los programas provinciales de salud –que suelen tener establecidas normas de atención durante el embarazo y durante los primeros 5 años de vida- pueden constituir un valioso marco no sólo para escuchar las primeras alteraciones en el vínculo entre padres e hijos, sino para encarar una tarea de promoción de la salud, al igual que los controles escolares de primero y séptimo grado.
Las instituciones educativas (jardines maternales, de infantes y primarias) también cuentan con la herramienta de la entrevista a padres y la posibilidad de organizar talleres sobre temas que aporten a mejorar el contacto emocional entre padres e hijos, brindando información sobre las capacidades y necesidades en cada etapa del desarrollo y -fundamentalmente – facilitar ver al hijo como persona singular, desplazando el eje de la gratificación de los padres desde el “quiero que sea como yo quiero” a “que sea él mismo”.
Actividades durante el embarazo:
Durante el embarazo hay un tiempo para comenzar a recibir las primeras significaciones que tendrá ese hijo por nacer dentro del mito familiar, y también será un momento apto para revisar las experiencias de crianza vividas por la madre con sus hijos mayores y sus propias vivencias de cuando ella era niña.
Además del control médico, los espacios de trabajo corporal para embarazadas y parejas gestantes, pueden instrumentarse como grupos dentro de los cuales puede abordarse la simbolización esté dada en la integración entre el registro perceptivo, el emocional y el cognitivo desde consignas lúdicas.
La inscripción de vivencias subjetivantes, junto con la revisión de mitos acerca de la crianza y de roles de género, tendrá efectos en la plasticidad con que esa mujer o esa pareja podrá construir el vínculo con el hijo real y tolerar las diferencias que encontrará frente al hijo imaginado.
Si el ámbito de trabajo permite la intimidad grupal y desde ahí construir el borde que separa el adentro y el afuera: del propio cuerpo, de la propia identidad, del grupo, de los niños diferenciados de las madres y ellas discriminándose de sus propias madres.
Nacimiento y primer año de vida:
Sabemos que el apego y el interés del adulto estructuran la personalidad del niño, creando las condiciones de equilibrio del desarrollo emocional, base necesaria para los otros aprendizajes psicosociales e intelectuales.
Cuando existe un vínculo estable y continuo, con un intercambio real con el adulto, el niño podrá alcanzar la integración necesaria para apropiarse del sistema de valores de la sociedad, sus normas y prohibiciones.
En las consultas durante el puerperio y primer año, desde un acompañamiento activo que respete las necesidades de la madre y el niño puede evitarse que los obstáculos iniciales ante la lactancia, y los ritmos de sueño y vigilia se estereotipen como modelo de la relación, y permiten promover actitudes de apego.
La capacitación a educadoras de jardines maternales, que diariamente toman contacto con el niño y algún familiar, también puede actuar como multiplicador de saberes que facilitarán el crecimiento y el desarrollo del niño.
El eje de la propuesta de promoción y prevención será facilitarle a los adultos que ejercen la función materna identificarse con el bebé y no introducir complicaciones más grandes que las que el niño puede admitir en cada etapa del desarrollo.
La actitud ante los cuidados corporales serán los momentos privilegiados para establecer lazos mutuos, donde el adulto pueda hablarle íntimamente y propicie que el bebé llegue a conocerse y a conocer al adulto. Cuando el adulto trata al bebé como un ser que siente, observa, registra y comprende o comprenderá si se lo permite, se entabla un diálogo desde la primera edad. De esta manera el bebé aprende a percibir la necesidad y también comienza a registrar que eso forma parte de sí mismo.
Cuando el bebé puede influir sobre los acontecimientos que le sobrevienen, porque el adulto toma en cuenta sus señales, (por ej. acerca del ritmo, la cantidad y temperatura del alimento, al ritmo de los movimientos de vestido o desvestido, cantidad y temperatura del agua del baño, etc,) se refuerza su sentimiento de eficacia, lo que constituye la base de su integración social activa.
Asimismo, el adulto recibe cada vez más instrumentos para adaptar su actividad a las necesidades del niño, con lo que también apuntala su propio sentimiento de eficacia.
Prevención de situaciones de maltrato:
Si bien la prevención es esencialmente inespecífica, hallamos con frecuencia en las familias donde se presentan situaciones de violencia familiar crónica, dificultades de la madre para adaptarse a los ritmos del bebé en relación a la alimentación y al sueño. Las mamás suelen presentar un tono muscular rígido que lleva a tener en brazos al niño o brindarle cuidados corporales en forma mecánica o abrupta. No existe suficiente flexibilidad para que los adultos puedan adaptarse a las necesidades del bebé y no a la inversa. Desde esa relación tónica no se establece un verdadero contacto comunicativo, donde la mamá catectice libidinalmente al bebé con el plus de placer que permita comenzar a cimentar su existencia como sujeto.
En este sentido, trabajar permitiendo el despliegue de acciones de empatía que retroalimenten las representaciones positivas en torno al niño y a la función que la madre ejerce, es una tarea que puede salir del consultorio general o pediátrico para ocupar la sala de espera en una actividad grupal, donde de las dificultades planteadas por alguna de las mamás otras puedan también compartir sus necesidades y saberes. Esto, que a veces se produce en forma espontánea, se profundiza con el acompañamiento de algún operador del sistema de salud o de la comunidad. Existen experiencias en centros donde esta actividad se reafirma desde el pediatra que apuntala con su mirada la iniciativa autónoma del bebé y transmite a la mamá la gratificación y seguridad por todo lo que el pequeño puede, ayudándola a observar esos pequeños gestos de comunicación y habilitando otro aspecto de ser “buena madre”, que circula transversalmente entre los cuidados: establecer un diálogo de sujeto a sujeto.
En términos de Aulagnier, podríamos decir que la psique materna modelará los materiales con los que el bebé podrá poner en marcha la representación pictogramática y fantaseada. La madre debe haber podido nominar un fragmento de la experiencia para que esta metabolización sea posible.
En todos los niveles de prevención, considero que se trata de ofrecer experiencias humanizantes, que favorezcan tanto la fusión en el primer tiempo de estructuración como también permitan luego que el sujeto pueda afirmarse y pueda complejizar su psiquismo para vivir en forma integrada.

Temas y debates